La agenda de recuperación post COVID19 en el 2021

Resiliente:
7 min readFeb 25, 2021

Para transitar hacia la recuperación resiliente de nuestras ciudades necesitamos institucionalizar los aprendizajes generados a partir de la crisis que ha generado la pandemia de COVID-19. En este contexto, identificamos tres agendas por las que hay que trabajar durante el 2021: movilidad y espacio público, reducción de desigualdades y transformación sostenible.

El arranque del 2021 nos ha permitido conocer un adelanto de cómo será el resto del año. Nos encontramos entre dos procesos: la carrera por la inmunización mediante la aplicación de las diferentes vacunas que se han comenzado a distribuir alrededor del mundo, y la aparición de nuevas variantes del virus SARS-CoV-2 que podrían generar brotes de COVID-19 aún más severos, como ya ha sucedido en Reino Unido y Brasil. Generar inmunidad colectiva antes de que las nuevas variantes, existentes y susceptibles de aparecer, se dispersen alrededor del mundo es hoy en día el principal reto sanitario, principalmente en Europa y América que en conjunto concentran más del 75% de los casos confirmados globalmente.

Conteo de casos de COVID-19 por región al 7 de febrero de 2021 en el portal de Coronavirus la Organización Mundial de la Salud.

Aunque alcanzar la inmunización colectiva global es una meta que puede tomar años, lograr avances significativos durante el 2021 nos permitiría contener la transmisión del virus y con ello dar pie a un período de recuperación post COVID-19. De acuerdo a un estudio recientemente publicado por investigadores de las universidades de Harvard y Cornell, en el que se analizaron las respuestas de política pública ante la pandemia en 23 países, los sistemas que mejor se han desenvuelto durante esta crisis son los que ya contaban con capacidades de resiliencia previamente construidas. Por lo tanto, es muy importante institucionalizar los aprendizajes generados a partir de esta disrupción y transitar hacia una recuperación resiliente en nuestras ciudades.

En este contexto, identificamos tres temáticas esenciales para la agenda de recuperación urbana post COVID-19:

Movilidad y espacio público

Uno de los cambios más visibles a raíz de la pandemia en nuestras ciudades se nota la manera en la que usamos las calles y espacios públicos. Conforme se fueron tomando medidas de distanciamiento social comenzamos a ver ajustes en los modos y usos del transporte, así como en la distribución de las actividades en el espacio público. Entre marzo y agosto del año pasado la plataforma “Shifting streets” registró más de 1,400 acciones alrededor del mundo, principalmente reasignaciones en el uso del espacio vial, cierre de calles al tránsito vehicular y cambios en leyes, políticas y presupuestos. Aunque muchos de estos ajustes fueron implementados de forma temporal, es importante que los que han demostrado resultados positivos transiten hacia su permanencia.

Una recuperación resiliente en términos de movilidad y espacio público demanda que las intervenciones emergentes a raíz de la pandemia se incorporen a la planeación de largo plazo. Una muestra de ello está sucediendo en París, donde se planea que las ciclovías emergentes permanezcan para que, junto con otros esfuerzos, la ciudad se vuelva completamente accesible para moverse en bicicleta antes de los juegos olímpicos del 2024. De acuerdo al Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2020 de las Naciones Unidas, los datos a nivel mundial demuestran que no solo se requieren más sistemas de transporte fiables, accesibles y asequibles, sino que éstos necesitan incorporar senderos para peatones, bicicletas y otros mecanismos de movilidad no motorizada. Hoy en día apenas la mitad de la población urbana del mundo tiene un acceso conveniente al transporte público.

Similarmente, menos de la mitad de la población urbana cuenta con espacios públicos a menos de 400 metros de distancia. La pandemia ha demostrado la importancia de los espacios abiertos, entre otros aspectos, para realizar actividades sociales con bajo riesgo de contagio. Incrementar su accesibilidad nos permitiría generar mejores condiciones para nuestro bienestar físico y psicológico. Paradójicamente, capitalizar los aprendizajes generados durante esta crisis podría traer beneficios para la salud pública a largo plazo. Hoy en día, varias ciudades alrededor del mundo están adoptando medidas para mejorar el acceso a diferentes servicios a una escala de barrio, es decir, disponibles a menos de 15 minutos caminando o en bicicleta. En esta transformación, contar con más y mejores espacios públicos es imprescindible.

Reducción de desigualdades

El desenvolvimiento de la pandemia nos ha demostrado un impacto diferenciado que ha exacerbado las desigualdades e injusticias preexistentes. Las peores consecuencias se han concentrado en poblaciones vulnerables, no solo en cuanto mortalidad sino también en términos sociales y económicos. Se estima que 100 millones de personas caerán en pobreza extrema a nivel mundial, perdiendo así los avances en este rubro durante los últimos 20 años. Esta crisis de desigualdad es notoria en América Latina, donde la violencia y el malestar social dan cuenta de su condición como la región con la mayor brecha entre ricos y pobres en el mundo. Es por ello que la agenda de recuperación resiliente exige incorporar medidas contundentes para la reducción de desigualdades.

De acuerdo a un informe publicado por Oxfam a inicios de este año, aunque el incremento de la desigualdad es una certeza, la magnitud de este incremento y la velocidad a la que puede reducirse pueden ser mitigadas a partir de acciones concretas de los gobiernos. No actuar con suficiente contundencia propiciaría que a las personas más pobres les tome más de una década recuperarse de esta crisis. Una recuperación resiliente, por lo tanto, no se limita a volver a la normalidad previa, sino que implica hacer de la lucha contra la desigualdad una prioridad.

La reducción de desigualdades post COVID-19 es además un reto urbano. De acuerdo a estimaciones recientes del Banco Mundial, las personas que han caído en pobreza a consecuencia de la pandemia son principalmente urbanas y con mayor nivel educativo que quienes ya vivían en esas condiciones antes de la crisis. Es entonces tarea de las ciudades y sus gobiernos impulsar iniciativas para garantizar servicios públicos esenciales al servicio de todos sus habitantes, particularmente para quienes residen en asentamientos precarios o dependen de actividades económicas en el sector informal.

Transformación sostenible

La crisis de COVID-19 nos ha dado una prueba de la velocidad con la que puede escalar un fenómeno perturbador a nivel global y con ello ha puesto en evidencia la urgencia de redoblar esfuerzos ante la degradación ambiental. De hecho, esta pandemia se suma a una tendencia de brotes epidémicos de enfermedades zoonóticas, como el ébola, VIH y SARS, que se originan a partir del contacto entre humanos y animales. Entre los factores que propician la zoonosis se encuentran el consumo insostenible de los recursos naturales a partir de la urbanización y el cambio de uso de suelo, la explotación de especies silvestres y el cambio climático. Una recuperación resiliente post COVID-19 amerita el impulso de transformaciones sistémicas hacia la sostenibilidad, no solo para prevenir futuras pandemias sino también las demás consecuencias de la actividad humana en el planeta.

El más reciente informe de los ODS de las Naciones Unidas hace un llamado a los gobiernos y empresas para que internalicen las lecciones aprendidas e impulsen esfuerzos de recuperación que faciliten el cambio a una economía con bajas emisiones de carbono y resiliente al clima, a fin de construir un mundo más sano, equitativo y sostenible. La respuesta inmediata a la crisis económica abre una oportunidad para acelerar los trabajos para hacer frente a la crisis ambiental y climática de largo plazo. Al ser los gobiernos de las ciudades los más próximos a la planeación del territorio, resulta fundamental impulsar la transformación sostenible desde lo local.

Una importante iniciativa en este sentido es el recientemente creado programa “1000 Cities Adapt Now”, impulsado por el Centro Global de Adaptación, el Instituto de los Recursos Mundiales (WRI), la Red de Ciudades Resilientes y el programa Hábitat de las Naciones Unidas, con el objetivo de acelerar la adaptación al cambio climático en las ciudades durante la próxima década. Como referencia en México, la Agencia de Cooperación Alemana (GIZ) y la organización ICLEI, recientemente lanzaron el informe “El papel de las ciudades en la recuperación verde”, que recopila ejemplos concretos de acciones locales para impulsar la actividad económica con un enfoque de sustentabilidad urbana y climática.

Podemos tener la certeza de que durante los próximos años tendremos que enfrentar nuevos desastres generados a partir de fenómenos climáticos, por lo tanto no debemos dejar pasar la oportunidad de construir cambios sistémicos a partir de los esfuerzos de recuperación pos-COVID-19.

En RESILIENTE estamos comprometidos en trabajar por estas agendas durante el 2021 y con ello contribuir tanto a la recuperación como a la transformación resiliente de nuestras ciudades.

RESILIENTE: Estudio de Soluciones Urbanas

Somos un equipo de especialistas en planeación y urbanismo que trabaja para mitigar y resolver las problemáticas de las ciudades a partir de la experiencia de sus habitantes. Colaboramos con gobiernos, empresas y organizaciones en el diseño de planes y proyectos orientados a construir resiliencia en comunidades, barrios y ciudades.

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